viernes, octubre 31, 2008

DESDE LA BUTACA

Desde la butaca


Por Aleaga Pesant

LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - En una ocasión me llamó la atención que la mayoría de mis alumnos de Historia del Cine Cubano en la Universidad de La Habana, me respondieran que no habían visto la película Diario de motocicleta, de Walter Sales. La obra reflejaba el viaje en moto por el continente suramericano de Ernesto Guevara y un amigo.

Muchos de los discípulos cuestionados aquella tarde eran funcionarios profesionales del Buro Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas y algunos llevaban en sus camisetas la imagen del guerrillero argentino. Al salir de la sorpresa dije en voz alta que perdieron la oportunidad de ver una buena película por el prejuicio al teque ideológico. El riesgo se convirtió en expulsión del claustro universitario por motivos políticos, en 2005.


Por estos días, Pedro de la Oz, desde las páginas del periódico Granma, y siguiendo las reflexiones del compañero Fidel, trata de convencernos de que medio millón de cubanos vieron el filme Kangamba. Como parte de la campaña de comunicación, no va detrás Miguel Gainza, del periódico Sierra Maestra, de Santiago de Cuba, que la califica como suprema y conmovedora.

Kangamba, pieza menor en la filmografía del director Rogelio Paris, es el nombre de un combate librado en agosto de 1983 durante la guerra de Angola. Como se sabe, las tropas cubanas apoyaban a una de las partes en conflicto.

La película es una obra épica sobre la presencia militar cubana en el exterior, a partir de la perspectiva del realismo socialista, movimiento artístico retomado con celo por el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) con Páginas del diario de Mauricio (2006).

( foto de la guerra en Angola ; tropas cubanas en Cuito Cuanavales )

Rogelio tiene experiencias en este tipo de filmes bélicos y en otras piezas de realismo socialista, pues realizó Caravana (1989), sobre la presencia militar cubana en la guerra en Angola. Un filme con éxito de público en la isla Kangamba se resiente porque narra en blanco y negro el conflicto. Los militares cubanos y sus aliados son buenos, buenísimos; los contrarios son malos, malísimos. Se intuye que la presencia del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias como productor del filme influyó en la falta de equilibrio en la concepción de la idea y en la plasmación del guión, así como en los diálogos humanos y solidarios de unos, e histéricos y humillantes de sus contrarios.

Se habla bien de los efectos especiales de la película, a cargo de Jorge Céspedes, una de sus piezas de premio en el cine cubano; así como de la música incidental de Edesio Alejandro. No podemos decir lo mismo de las actuaciones, rígidas, casi pétreas; hiere el portugués de los actores en los roles de angolanos.

Sobre la veracidad de la historia, Rogelio ha dicho que es una versión de los sucesos, pero la presencia en el metraje de la imagen de Fidel Castro, a través de su charretera de Comandante, y otros generales y coroneles con cargos en el gobierno y el Partido Comunista, dan poca credibilidad a la objetividad de la historia de un combate oculto a los cubanos durante más de diez años.

Como le dijeron una vez a la muy ortodoxa comunista Paquita de Armas Fonseca, en la redacción nacional de Radio Reloj: “El mejor homenaje a los muertos en Angola es el esclarecimiento de la verdad”.