miércoles, abril 18, 2018

BAHÍA DE COCHINOS Lo Que No Dijo el Informe del Inspector de la CIA (Parte III). Néstor Carbonell Cortina sobre la invasión de la Brigada de Asalto 2506 a Bahía de Cochinos para derrocar a la tiranía castro comunista en Cuba


Repetición de la importante  Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

Los  primeros especialistas extranjeros en Inteligencia y Contrainteligencia  que asesoraron a los incipientes órganos de la Seguridad del Estado  después del triunfo de la Revolución fueron los checoslovacos, hispanosoviéticos y ex combatientes  de la Guerra Civil española. Uno de ellos fue Angel Martínez Riosola,   ¨Angelito¨, cuyo verdadero  nombre  era  Francisco  Ciutat de Miguel  quien llegó a Cuba el 4 de  marzo de 1960;  su avión procedía de Venezuela pero antes había recorrido varios países europeos como Checoslovaquia y Bélgica. Era graduado de la prestigiosa Academia  Voroshilov, de la Unión Soviética,  donde también ejerció como profesor. En el 40 aniversario de la invasión de Bahía de Cochinos, recuerdo, aunque ha pasado mucho tiempo,  a Fidel Castro decir en la televisión que  si la invasión hubiera sido por Trinidad,  no tenía ninguna probabilidad de éxito, pues ¨Angelito¨ había hecho fortalecer dicha zona con fuerte artillería y tropas. Se  afirma que participó en combatir a los alzados antiCastristas de la Sierra del Escambray y hasta que fue herido; quizás este ¨asesor¨haya formado parte del grupo operativo especial  ¨Molino¨. Posteriormente ofreció  asesoramiento militar en Vietnam y en Argelia . En Vietnam fue un importante apoyo del General Võ Nguyên Giáp.
(Francisco Ciutat de Miguel cuyos otros nombre fueron:   Ángel Martínez Riosola ¨Angelito¨ y  Pavel Pavlovich Stepanov ¨ recibiendo un reconocimiento o una condecoración de manos de Fidel Castro  y de Raúl Castro. Comentario añadido por el bloguista de BC.)

Las tempranas  relaciones políticas, militares,  de Inteligencia y Contrainteligencia con la Unión Soviética y otros países en el marco de la mal llamada Guerra Fría, las invasiones Castristas que partieron tempranamente de Cuba (desde marzo-abril de 1959, a Panamá, Nicaragua, Santo Domingo, Haití, etc.) y otras acciones subversivas  no escapaban a los órganos de Inteligencia de los EE.UU., los cuales tenían informado al Presidente Dwight D. Eisenhower, el cual el 17 de marzo de 1960 aprobó  el documento titulado “Un programa de acción encubierta contra el régimen de Castro”,con el objetivo de derrocar a la amenaza que se establecía a 90 millas de las costas de EE.UU. pese a que su gobierno de manera extraordinariamente rápida había reconocido  la llegada al poder del nuevo régimen en Cuba. 
 
La invasión de Playa de Girón o Invasión de Bahía de Cochinos (este segundo nombre es más apropiado ya que el desembarco fue por varios puntos de ese lugar y no sólo en Playa Girón), ni la Crisis de Octubre o Crisis de los Misiles, ni la expulsión del régimen castrista de la OEA fueron las causas de la subversión cubana en América Latina ni de la inclinación del régimen castrista hacía el comunismo pues ya desde los primeros meses de 1959 la subversión castrista había empezado a rodar conjuntamente con el acercamiento al Comunismo.
En el  libro¨One hell of a Gamble (The Secret History of the Cuban Missile Crisis) de los investigadores Aleksander Fursenko Timothy Naftali que desde febrero de 1959, según los archivos abiertos de la KGB y la GPU soviéticas, comenzaron los acercamientos a la Unión Soviética iniciados no por Jorge Risquet, que es la versión oficial trasladándolos a fecha posterior, sino por Emilio Aragonés en México.
(Angelito, Sergio del Valle, Raúl Castro y Tomás Menéndez Tomasevich. Otro asesor fue el General hispano soviético Enrique Lister quien fue el  VERDADERO CREADOR de los CDR en Cuba)
Pero se plantea por algunas personas que Fidel y Raúl Castro ya estaban vinculados al Comunismo internacional desde antes del asalto al cuartel Moncada el 26 de julio de 1953 y que, mediante el oficial de la KGB Nikolai Leonov, el comunismo soviético  le brindo  en México ciertos recursos a la preparación y expedición del yate Granma; en su libro Raúl Castro, un hombre en Revolución,  Leonov da información que apunta  a que tal ayuda existió para la expedición del yate  Granma: Yo mantenía en secreto mis encuentros con los revolucionarios cubanos. El Che Guevara me pidió que le buscara unos libros en español. Esos libros eran Chapaev, de Furmanov; Un hombre de verdad, de Boris Polevói, y Así se templó el acero, de Nikolai Ostrovski. Los hallé en nuestra Embajada. Mantuve amistad con el Che Guevara hasta su viaje a Bolivia, donde murió. El espía Nikolai  Leonov tuvo que abandonar México después de que los futuros expedicionarios del yate Granma   fueron detenidos por la Policía mexicana, la cual  halló   una tarjeta de presentación de Nikolai Leonov en un libro que leía  Ernesto ¨Che¨ Guevara. Pueden leer más sobre lo anterior  en mi artículo Sobre la biografía  del dictador Raúl Castro Ruz escrita por  Nikolai Leonov.

No obstante, lo verificable, hasta ahora, es  lo siguiente, lo cual se extrajo del ensayo  Razones de Angola IX, de César Reynel:

¨La inteligencia checa, que desde 1948 era incapaz de tomar una sola decisión sin consultar con Moscú, pidió asesoramiento de los soviéticos y recibió respuesta a través de la decisión del Presidium de Comité Central que hoy puede ser consultada en el Archivo del Presidente de la Federación Rusa (Extracto del Protocolo 198, reunión del Presídium de diciembre 27, 1958, folio 3, lista 65, Fichero 871). En esa resolución (que ya está desclasificada y es pública), el PCUS aprobó “la intención de los amigos checos de ayudar al movimiento de liberación en Cuba”, y dio instrucciones precisas de no dejar ningún rastro escrito diciendo que la armas eran para Cuba, que verificaran exhaustivamente la seriedad de las intenciones de la compañía (léase contacto), y que no enviaran ningún arma que pudiera ser rastreada como perteneciente al bloque soviético.
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BAHÍA DE COCHINOS . Lo Que No Dijo el Informe del Inspector de la CIA (Parte III)
Por Néstor Carbonell Cortina
http://www.futurodecuba.org/
NOTA DEL EDITOR: Este artículo fue escrito por el Dr. Nestor Carbonell Cortina y publicado originalmente en la revista cibernética FUTURO DE CUBA en 1998. El mismo constituye una de los análisis más completos y devastadores sobre la traición del Presidente Kennedy a los invasores de Bahía de Cochinos.
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La Postura de Varona y de Miró Cardona

        En la lucha por la libertad de Cuba, los líderes del exilio tuvieron que sobrellevar intrigas y frustraciones, exacerbadas por el divisionismo y las ambiciones. Y tuvieron también que domeñar el orgullo en sus relaciones con la CIA. Confiando en la honorabilidad del aliado y en sus promesas de apoyo decisivo, aceptaron una situación enojosa de dependencia económica y militar. Los dirigentes que prefirieron operar por la libre, sin ataduras norteamericanas, no corrieron mejor suerte.
(Manuel Antonio de Varona Loredo, ¨Tony¨  Varona, de ascendencia patriótica independentista)

        Tony Varona, como coordinador general del Frente Revolucionario Democrático (FRD), señaló claramente las expectativas del exilio. En la reunión que celebró en Washington con funcionarios del Departamento de Estado el 29 de noviembre de 1960, Varona planteó la necesidad de reclutar 2000 ó 3000 exiliados para desembarcar en Cuba y constituir un gobierno en armas. Cuando se le preguntó si ese gobierno solicitaría el apoyo militar de E.U., Varona contestó enfáticamente que sí, aclarando que el apoyo tendría que incluir tropas y equipos (FRUS X, 1132-1140).

        A principios de 1961, Varona visitó los campamentos en Guatemala para apaciguar los ánimos exaltados. Preocupado por el número exiguo de reclutas que allí se encontraban, se dirigió al jefe de la base, Coronel Frank Egan. "No se preocupe, Dr. Varona - le dijo el Coronel - nosotros protegeremos la invasión con una sombrilla [cobertura aérea]. El aire será nuestro. Ni un sólo vehículo [de Castro] podrá transitar sin ser bombardeado..." (Peter Wyden, Bay of Pigs, 56-57).

        El Coronel fue más explícito con Miró Cardona cuando éste asumió la presidencia del Consejo Revolucionario (sucesor del FRD) y visitó los campamentos a principios de abril, dos semanas antes de la invasión. Según las memorias de Miró, el Coronel le dijo que "la brigada se completará con 250 hombres más; habrá tropas adicionales cuyo numero asciende a 30,000; tendremos el control del aire, y hay tres naciónes envueltas en el conflicto."

        No satisfecho con estas promesas, Miró voló a Washington, y el 6 de abril se entrevistó con Adolf A. Berle, coordinador civil del Task Force designado por Kennedy para ocuparse del caso de Cuba. Durante la reunión en casa de Berle, bien documentada en los archivos de Miró, Berle le dijo que "el problema militar marchaba muy bien y que podía contar con 15,000 hombres adicionales." Miró preguntó: "¿Por qué 15,000 si en Guatemala se me dijo 30,000?" "Son suficientes," respondió Berle; "ustedes tendrán el control del aire..."
(José Miró Cardona, quien fuera el Primer Ministro del Gobierno Revolucionario en 1959; era hijo de José Miró Argenter, quien fuera Jefe del Estado Mayor de Antonio  Maceo en la Guerra de Independencia de 1895. Imágenes y comentarios añadidos por el Bloguista de Baracutey Cubano))

        Cuando el Presidente Kennedy declaró sorpresivamente el 12 de abril que "no habría, bajo ninguna circunstancia, intervención en Cuba de las fuerzas armadas de los Estados Unidos" y que esta posición era "entendida y compartida por los exiliados anticastristas en este país," Miró solicitó con urgencia otra entrevista con Berle. ésta se celebró al día siguiente en el Century Club de New York en presencia del asistente presidencial Arthur Schlesinger y del profesor John Plank.

        Según Schlesinger, se le dijo a Miró que "los llevaremos a la playa y una vez que se constituya un gobierno provisional, les ofreceremos todo tipo de ayuda, menos tropas de los Estados Unidos." Miró contestó, de acuerdo con la versión de Schlesinger, que "si las cosas iban mal, él pediría la ayuda de todas las naciónes del hemisferio, incluyendo los Estados Unidos. Y la ayuda deberá venir."

        Lo que no reveló Schlesinger (pero sí consta en las notas de Miró) fue lo que Berle agregó para tranquilizar al líder del exilio: "Así como usted dice que la revolución (invasión) es cubana, el Presidente se ve obligado a declarar que no prestará ayuda, pero nuestros pactos quedan en pie."

La Ambivalencia de Kennedy

        Como se ha visto, el Presidente vetó el Plan Trinidad y tronchó la Operación Zapata por considerarlos demasiado espectaculares, pero en vez de cancelar la invasión in toto por no tener la convicción y el ánimo para asegurar el triunfo, lo que hizo fue castrarla, haciendo inevitable el fracaso.
(Fidel Castro y el Presidente John F. Kennedy)

        A pesar de haber mantenido una línea dura contra Castro en los debates presidenciales (hecho que contribuyó decisivamente a su victoria electoral), al Presidente le flaquearon las fuerzas cuando tuvo que traducir la retórica en acción. Tratando de evadir los retos que todo estadista tiene que encarar a la hora de la verdad, Kennedy tomó en definitiva el peor de los riesgos: el camino tortuoso del deshonor y la pusilanimidad.

       ¿Qué motivó esta conducta que nos llevó al desastre? La inexperiencia de Kennedy -- apenas tres meses y medio en la presidencia -- obviamente influyó, así como el temor que tenía de provocar represalias soviéticas. Algunos de sus asesores también lo ofuscaron y amedrentaron. Entre ellos sobresalió el Senador William Fulbright con su tesis coexistencialista, apoyada en la falaz premisa de que Cuba era "una espina en el costado y no una daga en el corazón." El historiador y consejero presidencial, Arthur Schlesinger, fue otro que se opuso tenazmente a la invasión citando principios jurídicos y morales, y evocando el espectro de los infantes de marina de los Estados Unidos en suelo cubano. No pudiendo evitar que se llevara a cabo la operación, Schlesinger y altos funcionarios como el Secretario de Estado, Dean Rusk, consiguieron limitar su alcance y menguar su efectividad.

        Hasta el último momento estuvo el Presidente dubitativo y vacilante. Lo que a la postre determinó que diera la luz verde, según testimonio del propio Schlesinger, fue el tener que desmantelar los campamentos en Guatemala y no saber qué hacer con la Brigada. A este dilema se le llamó, con clínica frialdad, "the disposal problem". Preocupado por el escándalo que produciría la desbandada de los brigadistas, Kennedy afirmó crudamente: "Si tuviésemos que deshacernos de estos ochocientos hombres, sería mejor arrojarlos en Cuba [dump them in Cuba] que en los Estados Unidos, especialmente si es allí donde quieren ir." (Schlesinger, A Thousand Days, 241)


Decisiones Fatídicas

        Para concluir, veamos las decisiones fatídicas de Kennedy que condenaron la invasión al fracaso:

1) El Presidente se opuso a última hora al desembarco en Trinidad-Casilda. Esto forzó a la CIA y al Pentágono a elaborar en forma festinada la alternativa de Bahía de Cochinos, la cual fue menguada sustancialmente por el Presidente.
2) Kennedy, motu proprio, insistió en que el desembarco fuera de noche, aumentando los riesgos de esta operación, ya de por sí azarosa y difícil.
3) Para aminorar el "ruido" y la posible repulsa internacional, el Presidente rechazó el plan de bombardeo masivo la madrugada del desembarco recomendado por la CIA y el Pentágono. Sólo autorizó ataques aéreos limitados a las bases militares en Cuba dos días previos a la invasión y en la mañana del desembarco.
4) Unos minutos antes del primer bombardeo (D-2), Kennedy ordenó reducir drásticamente el número de aviones que iban a participar en la operación (de 16 a 8). Esto le permitió a Castro salvar la mitad de su aviación, alertar a sus tropas y arrestar a más de 250,000 personas, incluyendo miembros destacados de la resistencia que iban a apoyar la invasión. (Esta redada masiva reflejó la vulnerabilidad del régimen, que pudo haber caído si los ataques hubiesen sido contundentes, coordinados y sostenidos).
 5) Bajo presión de Adlai Stevenson, Embajador de los Estados Unidos ante la ONU, Kennedy canceló el segundo ataque aéreo previsto para destruir el resto de la aviación del régimen. Esta malhadada decisión (no impugnada con suficiente energía por la CIA y el Pentágono), hizo posible que los jets de Castro derribaran el 17 de abril cinco de los indefensos B-26 de la brigada, hundieran o encallaran dos de sus barcos y forzaran la retirada de otros tres con equipos y municiones. La falta de estos suministros vitales impidió que la brigada prolongara su fiera batalla después de haberle causado más de 1500 bajas al enemigo.
6) Por último, el Presidente rechazó las insistentes demandas de Bissell y del Almirante Arleigh Burke de escoltar a los barcos que no habían podido desembarcar y de permitir que algunos aviones de guerra de Estados Unidos protegieran a los B-26 de la brigada frente al ataque implacable de los T-33 de Castro. Esta cobertura, a tiempo, hubiera permitido contrarrestar la ofensiva de las huestes del régimen, constituir un gobierno en armas y facilitar la llegada de refuerzos.

        
Los Estados Unidos estaban debidamente preparados para terciar en la contienda. Aparte de las fuerzas norteamericanas en estado de alerta en Guantánamo, la isla de Vieques y la Florida, el Almirante Burke contaba con una flotilla armada en las inmediaciones de Bahía de Cochinos. Fuerzas no faltaban para apoyar a la brigada en el momento crítico. Lo que faltó en Washington fue el coraje y la dignidad que desplegaron los patriotas en las arenas de Girón. Rubricada con sangre quedó allí grabada la altiva respuesta del jefe de la brigada, José Pérez San Román: "¡No seremos evacuados! ¡Lucharemos hasta el final!"

        ¿Por qué Kennedy decretó el abandono que selló la derrota de la invasión? Veamos la explicación que el propio Presidente les dió a los líderes de la brigada en su residencia de Palm Beach, el 27 de diciembre de 1962, a los cuatro días de haberse efectuado el canje de los prisioneros.
 
        Según el testimonio de José Pérez San Román, confirmado por su segundo en mando, Erneido Oliva, el Presidente les reveló en privado que al producirse el primer bombardeo aéreo el 15 de abril, el gobierno soviético amenazó con atacar a Berlín Occidental si Estados Unidos continuaba apoyando a la fuerza invasora. En esas circunstancias, explicó Kennedy, tuvo él que enfrentarse a esta disyuntiva: defender a la brigada y arriesgar una confrontación con la Unión Soviética en Berlín que pudiese desatar un conflicto armado de grandes proporciones, o preservar la paz mundial y arriesgar a los 1500 combatientes. Teniendo que escoger entre estas dos terribles alternativas, Kennedy concluyó que era preferible sacrificar a la brigada que arriesgar en Berlín una posible tercera guerra mundial.

        ¿Es válida esta explicación del Presidente? Nos remitimos a la opinión emitida por el General Eisenhower cuando, a los pocos días del desastre de Bahía de Cochinos, Kennedy le confesó en la Casa Blanca que no había apoyado a la brigada por temor a una represalia soviética en Berlín. Eisenhower le contestó: "Eso es todo lo contrario a lo que realmente sucedería. Los soviéticos siguen sus propios planes, y si ven que nosotros mostramos alguna debilidad, es entonces que arremeten con más fuerza... El fracaso de Bahía de Cochinos incitará a los soviéticos a hacer algo que en otras circunstancias no harían." (Michael Beschloss, The Crisis Years, 144-145).

        Palabras premonitorias. A los pocos meses de Bahía de Cochinos, envalentonado por la falta de liderazgo de los Estados Unidos, Khrushchev apabulló a Kennedy en la conferencia de Viena, erigió el Muro de Berlín, provocó la Crisis de los Cohetes, y convirtió a la Cuba cautiva de Castro en una base intocable para subvertir a tres continentes. Sí, trágico fue el desenlace de Bahía de Cochinos. Pero esta operación no debe ser vista únicamente como una derrota para la democracia. El ejemplo de los que allí murieron por la justicia y la verdad es semilla de nobleza que engendrará la libertad.

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